Hoy en día prácticamente todos los niños realizan alguna actividad extraescolar: fútbol, informática, inglés, música, pintura… Pero a veces es necesario que nos paremos a pensar y a valorar la importancia que tiene cada una de estas actividades en el desarrollo del niño por no sobrecargarlo.

Una actividad extraescolar no es un simple lugar donde tener entretenido al niño o la niña hasta que podamos ir a buscarlo. Una actividad extraescolar como la música y en concreto el canto coral puede ser mucho más.

Tocar un instrumento, cantar en grupo o hacer música en general tiene una serie de ventajas como los siguientes que influirán positivamente en el desarrollo general del niño:

  • Ayuda a desarrollar la creatividad. Hay que recordar que la creatividad es una característica general del ser humano y no una calidad reservada a los artistas. Esta característica es todavía mucho más evidente del niño, al cual, desde que es muy pequeño y sin ningún tipo de influencia ni acondicionamiento, le gusta expresarse por todos los medios posibles. El niño es creativo por naturaleza, por lo tanto, nosotros solo tenemos que ofrecerle este contexto donde pueda despertar su imaginación. En la infancia y la adolescencia, la práctica de la creatividad suele conducir a un incremento de la autoestima y la confianza en un mismo, a la valoración y al esfuerzo. La creatividad es también un elemento central en la musicoterapia; todo se basa en la expresión de un mismo, sin que esta sea enjuiciada ni evaluada. La música abre las puertas en este mundo creativo que todo niño tendría que desarrollar. Además, el desarrollo de la creatividad ayuda a resolver problemas imaginando distintas soluciones, rechazando reglas obsoletas y suposiciones.
  • Mejora la capacidad de expresión y de comunicación. La música ofrece dos posibilidades de comunicación: la no verbal y la preverbal.
    • En la modalidad no verbal de comunicación la música es el lenguaje del sentimiento, la intuición y la afectividad que puede expresar aquello que en muchas ocasiones no puede conseguir transmitir la palabra. Por eso, en algunas ocasiones la comunicación mediante la música resulta más efectiva que la comunicación mediante la palabra. Entre los 6 y 8 meses un bebé ya es capaz de reconocer la intención en la entonación de la voz (nota si su madre está enfadada o alegre). A pesar de la música sea un lenguaje complejo (melodía, ritmo, armonía, timbre, etc.) que lo *nin irá adquiriendo gradualmente a lo largo de su desarrollo, no necesita dominar todos los elementos para expresar aquello que siendo.
    • La comunicación preverbal como bien indica su nombre es aquella que se lleva a cabo antes de las palabras. Los bebés, antes de empezar a hablar experimentan con los sonidos que los rodean y que captan: farfullan, entonan, vocalizan… Esta etapa es necesaria para una correcta adquisición del lenguaje, de la lengua materna. Por lo tanto, la música ofrece también este apoyo previo de los primeros sonidos que se instala en el bebé mucho antes que las palabras.

Una vez el niño se va haciendo grande irá poniendo palabras a melodías sencillas. La música sirve también como conductora de un texto. El simple hecho de cantar canciones contribuye al desarrollo del lenguaje (el niño practica con los sonidos de su legua (fonética), aprende nuevas palabras y significados (semántica), las coloca de manera adecuada en una oración (gramática, sintaxis, etc.)

El aprendizaje de un lenguaje –de cualquiera- implica práctica; por este motivo es positivo que los *nins canten canciones en su lengua –y posteriormente en otras- . Es simplemente una práctica divertida que los ayudará a aprender y a consolidar su lenguaje sin darse cuenta.

  • Mejora la inteligencia. Investigaciones recientes aseguran que la práctica musical está asociada con la plasticidad estructural y funcional del cerebro, el cual puede ser modelado a partir de la experiencia. Parece evidente que, cualquier instrumentista, para conseguir una gran velocidad en los dedos tenga que hacer un gran entrenamiento mental.Un estudio realizado hace unos cuántos años concluía que un buen pianista o violinista puede llegar a practicar 7500 horas antes de cumplir los 18 años. Jänque, profesor del Instituto Tecnológico de Zúrich (Suiza), ha recogido la mayor parte de este estudios realizados a su página web “Faculty of 1000”, a la cual más de 2000 científicos relevantes opinan sobre esta rama de la investigación científica.Jänque asegura que “si la música *tiene una fuerte influencia en la plasticidad del cerebro, es posible que este mismo efecto pueda utilizarse para mejorar el rendimiento cognitivo»; por eso propone la música como terapia neuropsicológica por el hecho que ayuda a las habilidades del lenguaje, la memoria, la conducta, la concentración y la inteligencia espacial(capacidad de percibir de manera detallada el mundo y de formar imágenes mentales de los objetos).
  • Configura personalidades trabajadoras y críticas. Según Carolyn Phillips, directora ejecutiva de la Joven Orquesta Sinfónica de Norwalk y autora de “Twelve Benefits of Music Education”, en el terreno individual, tocar un instrumento convierte a quién lo hace en una persona metódica que cuida los detalles (del contrario no “sonará bien”), muy planificadora y trabajadora, calidades óptimas que favorecerán unos buenos resultados en otras áreas o materias. El aprendizaje de un instrumento implica un trabajo serio para conseguir un buen resultado. Aquí entendemos por “bueno” la no simple ejecución de las notas que están escritas a la partitura; un músico no es solo un “descifrador del lenguaje musical”, sino un intérprete con personalidad que se expresará a través de un instrumento.
  • Nos enseña a ser empáticos y tolerantes. Un estudio de las artes ofrece al niño una visión otras culturas, lo cual hace aprender las habilidades necesarias para convivir con la multiculturalidad tan presente a todas las sociedades actuales.
  • Ayuda a desarrollar la capacidad del trabajo en equipo y de coordinación y la disciplina. En una orquesta, conjunto instrumental o coral suene bien es necesario que todos los integrantes trabajen juntos para conseguir un objetivo común, una buena actuación o concierto. Esto supondrá un esfuerzo individual al aprenderse la música, asistir a los ensayos y practicar en conjunto.
  • Muestra la importancia del esfuerzo y ayuda a desarrollar habilidades necesarias para luchar por un puesto de trabajo. Un buen estudiante de música aprende que los detalles configurados de manera adecuada constituyen un buen resultado (la suma de todos los elementos que componen la música: ritmo, melodía, expresividad, etc. conformará una buena actuación). Esto implica que el estudiante haga uso de sus mejores recursos para la obtención de este resultado óptimo. La importancia del esfuerzo se trabaja día a día por el hecho que, en música, un error es un error: el instrumento está afinado o no, las notas están bien tocadas o no, la entrada ha estado correcta o no, la pulsación o ritmo ha estado constando o no, etc. Las actuaciones musicales suponen tener que afrontar miedos (escénicas, principalmente) y riesgos. La ansiedad o nerviosismo a pequeña escala entrena y prepara el niño para otras situaciones duras que seguro se encontrará en algún momento de su vida. La práctica de un concierto o audición los hace desarrollar el autocontrol y la concentración en público, habilidades muy importante para competir adecuadamente hoy en día en el mundo laboral.

Todas estas ventajas explicadas anteriormente se traducen en una mejora de los resultados académicos a todas las áreas. Estudios recientes han confirmado que aquellos niños que practican música de manera habitual obtienen mejores notas que aquellos alumnos que no lo hacen.

Está en las manos de los padres decidir en que invierten el tiempo sus hijos.

Cristina Llabrés
professora de l’Escola de Música de Lloseta (Mallorca), Maestra i pedagoga musical.

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